Mi hermana me dijo que miro mucho el mapa. Mi ex me decía que miro mucho el reloj. A lo mejor lo mío es una obsesión por saber todo el tiempo en dónde y en qué momento estoy. Cuáles son "mis coordenadas", como diría mi madre. Antes, cuando viajaba, siempre usaba un mapa de papel. Ahora simplemente abro Google maps y un punto azul me dice en qué parte del universo estoy. Saber mi posición respecto al mundo me da paz. Estoy en la calle tal, de la ciudad tal, del país tal y son las X horas del día X del mes X del año X. Todo muy claro. No estoy perdida porque tengo esos datos ¿cierto?
La verdad es que me da pánico perderme. Estar en un punto en el que no conozco nada, ni a nadie, en el que no hay nada familiar, y sobre todo, en el que no sé hacia dónde ir. Pero los mapas tampoco te dicen a dónde ir, simplemente te muestran los caminos para llegar a unos lugares. A lo sumo te dan un abánico de opciones del que es más fácil escoger. A mí me da pánico perderme en un espacio físico y sin embargo, tengo que admitir que he estado perdida muchas veces en la vida. De hecho, ahora mismo, sigo tratando de encontrarme.
Ahora me doy cuenta de que perderse es necesario, casi fundamental, para encontrarse. Parece que perderse fuera algo terrible y definitivo: que si no llegas al lugar que esperabas, o que otros esperaban, eres un fracaso, pero al final, aunque te pierdas, habrás recorrido lugares nuevos y habrás descubierto cosas de ti mismo. Te habrás encontrado con otra versión de ti que jamás hubieras imaginado.
Tal vez solo se trata de escoger un camino, el que sea, sin tanto pensar. Echar a andar, explorar, investigar. Como si fuera un experimento y no el día del juicio final. Si ese camino no era y te pierdes, no pasa nada, escoge otro.
De eso se trata.
